Informe

Anorexia, bulimia y otros trastornos de conducta alimentaria

02 marzo 2023
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Una baja autoestima, la presión social sobre unos determinados cánones de belleza y una percepción distorsionada de uno mismo son factores que predisponen a la aparición de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Estos trastornos son enfermedades muy serias que ponen en riesgo la salud e, incluso, la vida de quien las padece. Descubre qué son, cómo identificarlas y qué hacer para prevenir.

Los trastornos de la conducta alimentaria o trastornos del comportamiento alimentario (TCA) comprenden un conjunto de enfermedades mentales en torno a la ingesta de alimentos. La anorexia y la bulimia son los más conocidos, aunque no los únicos. 

En general, los TCA se caracterizan por una preocupación extrema por el peso y figura corporal, así como por la alteración de la percepción de la imagen corporal. Esto provoca un cambio persistente en la alimentación y la relación con la comida

Son trastornos muy graves con serias implicaciones sobre la salud. Un trastorno de la conducta alimentaria puede tener repercusiones sobre los sistemas cardiovascular, gastrointestinal, endocrino y nervioso, afectar a la piel, a la composición de la sangre, y a la salud ósea y dental. En casos extremos puede llevar incluso a comportamientos sucidas e incluso llegar a provocar la muerte del paciente.

anorexia y bulimia

Más incidencia de problemas mentales

La pandemia ha aumentado los problemas de salud mental de la población general, y los TCA no son una excepción: distintos estudios e instituciones vienen alertando del aumento de estos problemas en población infantil y juvenil. 

¿A quién afectan los trastornos de la conducta alimentaria?

Los TCA afectan en torno a un 4% de la población, especialmente chicas adolescentes y jóvenes. No obstante, estos trastornos cada vez afectan a más chicos y personas de edades superiores, niveles socioeconómicos diferentes e, incluso, con patrones antropométricos (peso, estatura e IMC) muy dispares.

Pero hay algunos rasgos de personalidad y factores que predisponen al desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria

  • Perfeccionismo y autoexigencia elevados.
  • Rigidez y necesidad de control.
  • Ansiedad e impulsividad.
  • Pobre autorregulación emocional.
  • Baja autoestima.
  • Gran necesidad de valoración y aceptación por parte de los demás.
  • Familias desestructuradas, rígidas, exigentes o poco comunicativas.

El entorno social puede favorecer la aparición de este tipo de problemas al fomentar un ideal de belleza extremo o dificilmente alcanzable (extrema delgadez, aniñado...), y muy vinculado al éxito y aceptación social.

Señales de un posible TCA

Los TCA no surgen de la noche a la mañana, sino que se van desarrollando poco a poco. No obstante, determinados eventos traumáticos como el fallecimiento de un familiar cercano, divorcio, o problemas sociales pueden ser su detonante.

¿Cuándo preocuparse?

Aunque el peso no es un marcador clínico definitivo, pues hay personas afectadas que presentan un peso normal, algunas señales que pueden indicar el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria son: 

  • Pérdida de peso injustificado.
  • Realización de dietas extremas y continuadas, sin propósito u objetivos aparentes.
  • Preocupación excesiva por la comida o la forma de preparación de los alimentos.
  • Comportamientos extraños en relación con la comida: comer muy rápido, con ascos, de forma rígida, rechazar alimentos, encontrar cantidades de comida escondida, habitualmente no saludable, etc.
  • Evitar comidas en sociedad o en restaurantes, con la familia o con amigos.
  • Percepción irreal de su propio cuerpo. 
  • Práctica de ejercicio físico intenso y frecuente.
  • Vómitos o consumo de laxantes o diuréticos.

Trastornos alimenticios anorexia y bulimia

Anorexia y bulimia

La anorexia y la bulimia son los trastornos de la conducta alimentaria más conocidos. Aunque pueden afectar a cualquier edad, es en la adolescencia cuando aparecen con mayor frecuencia debido al momento vital de cambio y de búsqueda de la propia identidad.

La anorexia y la bulimia difieren entre ellas por la forma en la que las personas se relacionan con la comida. Puede darse el caso de que una misma persona sufra ambos trastornos de manera alterna, o bien sucesiva, pero no simultáneamente. 

Anorexia nerviosa

La anorexia nerviosa se caracteriza por la disminución voluntaria de la ingesta de alimentos, que conlleva una pérdida de peso considerable, llegando a valores de IMC inferiores a 17,5.

El comportamiento de una persona con anorexia se caracteriza por:

  • La restricción alimentaria, centrada sobre todo en aquellos alimentos que se consideran muy calóricos como son, por ejemplo, los ricos en hidratos de carbono o grasas.
  • Se ejerce un continuo control sobre lo que se ingiere y cómo se ingiere.
  • Práctica exhaustiva de ejercicio físico.
  • Es habitual el uso de laxantes o diuréticos. Aunque no es generalizado, a veces también se provocan vómitos para evitar el incremento de peso. 

Estas personas tienen un perfil de personalidad más rígido, controlador, perfeccionista y exigente. Y, aunque la pérdida de peso sea significativa, la percepción sobre sí mismos y sobre su cuerpo está distorsionada por completo: aunque se miren al espejo no verán su delgadez, sino “lo que aún les sobra”. 

Bulimia nerviosa

La bulimia nerviosa se caracteriza por la sobreingesta de alimentos con un alto contenido calórico (bollería, fritos, etc.) seguida de conductas compensatorias que eviten el aumento de peso, y alivien el malestar de la persona. 

Los atracones de comida son habitualmente clandestinos, rápidos y voraces. La persona siente que no puede controlar la situación, no disfruta de lo que está comiendo, y muy a menudo después de siente culpable por ello.  

Los atracones suelen seguirse de purgas: conductas compensatorias con vómitos, laxantes, diuréticos... o bien con ejercicio físico extenuante.

Estas personas tienen un perfil más ansioso, son más impulsivas y utilizan la comida como un mecanismo compensatorio ante sus propias imperfecciones, fallos o carencias, o bien como una forma de gestionar sus emociones.

Al contrario de lo que ocurre en la anorexia nerviosa, las personas con bulimia no tienen peso bajo, pudiendo llegar incluso a tener sobrepeso.

Otras alteraciones del comportamiento alimentario

Trastorno por atracón

Se caracteriza, al igual que la bulimia, por una conducta de ingesta compulsiva de alimentos, pero se diferencian en que no aparecen conductas compensatorias de purga (vómitos, o uso de laxantes o diuréticos) ni ejercicio físico o ayuno. Por eso es habitual que los comedores compulsivos presenten un peso excesivo. Este tipo de TCA está muy ligado al comer emocional.

Anorexia y bulimia

Trastorno por evitación o restricción de alimentos

El afectado evita o restringe el consumo de determinados alimentos, por falta de apetito, de interés en la alimentación, o por sus características (su textura, olor, sabor, etc.). La persona sufre una pérdida de peso, malnutrición, u otros efectos físicos. Además, esas limitaciones ocasionan problemas y dificultades familiares y sociales para la persona afectada. 

En ningún caso estos comportamientos están motivados por un deseo de perder peso, una distorsión sobre su propia imagen física, o por corregir o llenar un vacío personal. 

Trastorno por rumiación

Se caracteriza por regurgitar repetidamente la comida durante la ingesta, para volver a masticarlo y tragarlo. En ocasiones también se escupe la comida una vez regurgitada (que no es lo mismo que provocarse el vómito), sin que haya razones médicas que lo justifiquen. Los afectados son conscientes de lo inapropiado de su comportamiento, por lo que tratan de mantenerlo escondido. En cualquier caso, implica una pérdida de peso no intencionada que no  está relacionada con una distorsión sobre su propia figura corporal. 

PICA

Consiste en la ingesta de elementos que no se consideran comida en una cultura y edad determinados, como arena o yeso, por ejemplo. Así, quedan excluidos la ingesta de insectos u otros animales que sí se consideran alimentos en otras culturas. Tampoco se habla de pica en el caso de bebés o niños pequeños que jugando experimentan con comer arena, yeso, trozos de pinturas... 

Por lo tanto, este no es un trastorno que se caracterice por el miedo o el rechazo a engordar, la preocupación por el aspecto físico o por tener una imagen distorsionada de uno mismo, sino por distorsiones en la ingesta. 

Vigorexia y ortorexia

Aún no reconocidos oficialmente, muchos especialistas los consideran parte del mismo espectro de problemas. 

  • La vigorexia suele afectar más a los hombres. Estas personas desean ganar masa muscular, aunque ya estén marcadamente musculados. Pueden llegar a modificar sus hábitos alimentarios e incluso a consumir sustancias anabolizantes para lograrlo.
  • La ortorexia gira en torno a una alimentación saludable. Estas personas excluyen determinados alimentos por su contenido en hidratos de carbono o grasas, conservantes, proceso de cocinado, procedencia, etc., hasta el punto de llevarles, por un lado, una alimentación inadecuada y por otro, a un aislamiento social

Prevenir los TCA, tarea de todos 

Es importante que nos impliquemos todos en la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria: desde la familia o centros escolares, hasta los medios de comunicación y redes sociales. Es indispensable:

  • Fomentar una alimentación saludable, variada y equilibrada.
  • Potenciar la autoestima de los niños y adolescentes.
  • Ayudarles a formar su juicio crítico ante los cánones de belleza que imperan en nuestra sociedad.

Otras estrategias útiles para las familias pueden ser:

  • Cocinar juntos en casa, como un momento divertido en el que aprender no solo a cocinar, sino como alimentarse de forma adecuada.
  • No utilizar nunca la comida como vía de castigo o premio.
  • Aprender a manejar el estrés y las emociones en general. 
  • Cuestionar imperativos sociales sobre la belleza, el éxito y la imagen física.
  • Cuidar nuestro cuerpo: insistir en la idea de que solo tenemos un cuerpo y nos tiene que durar toda la vida.
  • Ejercer como modelos en casa sobre lo que se come y lo que no, cómo se come, cómo se utiliza la alimentación, sobre la autoestima física, etc. 

Las personas afectadas por un trastorno de la conducta alimentaria no tienen conciencia de sufrir un problema. Es esencial que los familiares y las personas allegadas reaccionen ante cualquier sospecha de TCA, y recurrir a un profesional de la salud en caso de sospecha.

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