Las subidas en el precio de la electricidad han animado a muchos usuarios a producir su propia energía, principalmente con paneles fotovoltaicos. A nivel individual, el autoconsumo eléctrico supone un ahorro en las facturas y ayuda a ganar independencia respecto a las grandes empresas energéticas. Pero también es una baza para que España disminuya su dependencia energética del exterior. Por tanto, es un avance que beneficia a todos.

Autoconsumo: un nuevo modelo energético

En 2022, la capacidad instalada en instalaciones de autoconsumo en nuestro país era de 5.249 MW (por hacerse una idea, una de las mayores centrales térmicas de Europa, As Pontes, tiene una potencia máxima de 1.400 MW). Un 32% de esa potencia correspondía a viviendas, el resto a industrias, etc.. En el mercado, hay muchos paneles con buen rendimiento y calidad, como los que puedes encontrar en nuestro comparador:

Comparar paneles solares

Las ventajas del autoconsumo son muchas, puesto que permite pasar del actual modelo energético basado en combustibles fósiles y nucleares, históricamente centralizado y en manos de pocas y grandes empresas, a otro modelo sostenible distribuido, con los consumidores en el centro y 100% renovable.

Los consumidores con viviendas unifamiliares fueron los primeros en apuntarse al autoconsumo, pero las comunidades de propietarios se están sumando para ahorrar también con el autoconsumo colectivo. No hay que olvidar que el 67% de la población española vive en edificios de pisos y la energía que puedan producir sería una contribución fundamental. Sin embargo, están encontrando muchas piedras en el camino.

Un desperdicio de energía inasumible

La mayoría de la energía producida se consume en el mismo edificio. La electricidad que sobra se vierte a la red para que la gasten otros usuarios. Para ello, la instalación debe estar registrada en la comunidad autónoma, que debe informar a la distribuidora  para que la conecte a la red. La distribuidora, a su vez, es responsable de enviar los datos a las comercializadoras encargadas de "compensar" los excedentes en las facturas de los usuarios.

Por distintos motivos, esta energía excedentaria no siempre llega a la red común y, en consecuencia, se pierde, un desperdicio que es absolutamente inaceptable.

Según datos del sector, recopilados por la Alianza por el Autoconsumo de la que OCU forma parte, se ha desperdiciado cerca del 19% del potencial de generación de las instalaciones de autoconsumo. Son 1.067 GWh desaprovechados lo que equivale al 0,4% de la demanda eléctrica española. La principal causa son las barreras regulatorias y técnicas que impiden actualmente el vertido a red de los excedentes, cuyo valor se calcula en 160 millones de euros anuales.

Retrasos en la puesta en marcha

Instalar el autoconsumo debería ser rápido y sencillo. Para fomentarlo, la Directiva europea de energías renovables libera a los autoconsumidores de procedimientos, tasas o cánones discriminatorios o desproporcionados, pero no está ocurriendo así, a pesar del Decreto que introducjo algunas mejoras.

Ayuntamientos y CC.AA.: distintos requisitos y lentitud

OCU ha comprobado que no existe una normativa común. La documentación y los requerimientos son distintos en cada ayuntamiento y, a veces, tan complicados como los de obra industrial. Esto causa una excesiva demora y requiere costosos estudios técnicos, lo que aumenta mucho el coste de la instalación, especialmente para las comunidades de vecinos.

Las CC.AA., que tienen que legalizar la instalación, tampoco agilizan los trámites. Sin un registro válido de la instalación, no se puede continuar el proceso para la compensación de excedentes porque la distribuidora no los calcula ni informa a la comercializadora hasta que no le llega el aviso de la comunidad autónoma.

Las distribuidoras retrasan la compensación

El punto más crítico del proceso son precisamente las distribuidoras, que ponen muchas trabas para activar y conectar los sistemas de autoconsumo a las redes, sobre todo, si son colectivos. Esto alarga mucho la tramitación y encarece tanto la conexión de la instalación a la red que el proyecto resulta inviable económicamente. Entre las malas prácticas de tramitación más frecuentes están:

• Dificultades para activar los contratos individuales de autoconsumo: los empleados de las compañías no conocen bien los procedimientos. Piden repetidamente la misma documentación y abren varios expedientes para un mismo caso. Así se dilata la activación del autoconsumo para cada usuario incluido en un sistema de autoconsumo colectivo.
• Las distribuidoras prohíben que un consumidor esté asociado a más de un autoconsumo o que un punto de suministro contemple uno colectivo y uno individual, cuando la regulación legal sí lo permite.
• Obligan al titular a modificar las instalaciones de enlace o en la red, unos cambios que en realidad tendría que hacer la distribuidora. En ocasiones, estos sobrecostes doblan el presupuesto de la instalación, de manera injustificada y abusiva.

OCU reclama autoconsumo sin barreras

Demorar injustificadamente la conexión de las instalaciones de autoconsumo a la red causa un doble perjuicio. Por un lado, se está despilfarrando una energía que se ha producido y que nadie aprovecha. Por otro, los retrasos impiden a los usuarios percibir una compensación por esos excedentes vertidos a la red. Por tanto, OCU reitera las medidas que ya ha reclamado en otras ocasiones:

• A las administraciones implicadas: que acuerden unos procedimiento comunes y dispongan el personal administrativo necesario para agilizar los trámites.
• A las empresas distribuidoras que asuman los cambios técnicos que les corresponde, que informen a su personal de los procedimientos y que no pongan barreras a la puesta en marcha de las instalaciones.

Además, hay que mejorar la comunicación entre distribuidoras y comercializadoras para aplicar rápidamente y de manera correcta a los prosumidores la compensación de los excedentes en las facturas. En algunos casos, se les llega a cobrar por la energía generada.

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