¿Qué es el autismo?

El autismo es un conjunto de trastornos del neurodesarrollo infantil caracterizados por algún grado de dificultad en la comunicación, interacción social y comportamiento de los niños.

La variabilidad e intensidad de sus síntomas hace que cada niño con autismo sea único. De hecho, se trata de un continuo y por ello se identifican como Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Aunque no se dispone de información fidedigna sobre el número real de personas afectadas, se estima que un 1% de los niños tienen algún tipo de autismo. Es más frecuente entre los niños que entre las niñas, en una ratio de 3 a 1. 

Las manifestaciones del TEA empiezan en la infancia, pero no siempre en el mismo momento ni de la misma forma. Al tratarse de un conjunto de síntomas dentro de un mismo continuo en la comunicación, interacción social y comportamiento del niño, estos se presentan en distinta intensidad.

El Síndrome de Asperger

Tradicionalmente, las manifestaciones de autismo menos graves se denominaban autismo de alto rendimiento o también Síndrome de Asperger. Hoy en día, sin embargo, todas forman parte del mismo grupo: los trastornos del espectro autista o TEA.

En cualquier caso, lo que se conoce como Asperger agrupa a personas con mayor capacidad de comunicación oral, pero con problemas de interacción social dadas sus dificultades para la comprensión no verbal y comportamental,

• Son personas que se caracterizan por ser rígidas en sus rutinas, actividades o intereses.  
• Estas personas pueden sobresalir en algún campo académico concreto por su alta capacidad de análisis y concentración sobre ese tema, pero no necesariamente por tener una capacidad intelectual superior a la media. 

Comunicación e interacción, claves en un TEA

Las personas con algún tipo de autismo presentan dificultades en tres ámbitos:

1. Comunicación. Tienen una dificultad en la comunicación verbal y no verbal que puede ir desde una menor capacidad de comunicación oral, un retraso en la adquisición del lenguaje o directamente, no hablar, hasta una dificultad en la comprensión del lenguaje emocional, gestual o dobles sentidos.

2. Interacción social. Otra característica de estos niños es la escasa habilidad para desenvolverse bien dentro de los esquemas sociales habituales. Por ello, les resulta difícil todas o algunas de las siguientes situaciones sociales:

• Establecer un diálogo, mantenerlo y terminarlo.
• Interpretar las expresiones faciales y el lenguaje corporal.
• Distinguir una conversación formal de una coloquial, reflexionar de manera abstracta, etc.
• Comprender el humor, la ironía, el sarcasmo y los sentidos figurados.
• Participar en actividades comunes y entenderse con otros niños o adultos.

3. Comportamiento. Los niños con TEA suelen manifestar comportamientos, intereses y actividades restringidos, repetitivos y estereotipados. Por ello, les cuesta adaptarse a los cambios e imprevistos, algo que suele generar oposición, enfado o malestar. También suelen tener intereses y hobbies concretos y a menudo desajustados para su edad, en los que suelen centrar toda su atención.

Causas de los trastornos del espectro autista 

Se desconoce cuáles son sus causas y sus mecanismos concretos. La literatura científica lo relaciona con factores genéticos y ambientales. Por el contrario, la educación, la falta de atención o de cariño recibidos, o el uso de las vacunas no guardan ningún tipo de relación con el desarrollo de este problema. 

Síntomas y diagnóstico del autismo

Teniendo en cuenta que es un trastorno asociado al desarrollo infantil, ya heterogéneo en sí mismo, el diagnóstico es complejo y puede demorarse en el tiempo. Es conveniente consultar al pediatra si se observa algunos de estos indicios en el niño:

A los 15 meses, el niño:

• No mantiene contacto visual ni reacciona cuando le hablan o le llaman.
• No siente interés por lo que le rodea (objetos, personas, animales...).
• No muestra sonrisa espejo (sonreír ante la de sus cuidadores).
• No hay protolenguaje (balbuceos, ruidos, expresión corporal...).

A los 18 meses, el niño:

• No identifica partes de su cuerpo.
• No balbucea palabra alguna.
• No señala los objetos ni juega imitando lo que hacen los adultos.

A los 2-3 años, el niño:

• No habla o habla muy poco.
• Continúa sin reaccionar a estímulos sensoriales, o lo hace de forma extraña.
• No muestra interés por relacionarse con otros niños de su edad.
• No comparte las emociones placenteras.
• No comprende las emociones, la mímica o las expresiones corporales de otros, o no reacciona ante ellas.
• Su juego es repetitivo y rígido: ordena sus coches en lugar de jugar con ellos, clasifica sus lápices de colores en lugar de usarlos para pintar con ellos…
• Carece de iniciativa para las actividades o los juegos sociales.
• Ejecuta movimientos repetitivos con los dedos o las manos (por ejemplo, las agita constantemente).

Hay que tener en cuenta que muchos de los síntomas anteriores son inespecíficos y pueden corresponderse con otras alteraciones. Los problemas de alimentación o sueño, retraso mental, Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), compulsivos o epilepsia, son frecuentes en estos niños. También alteraciones de tipo sensorial (hipersensibilidad a ciertos sabores, sonidos, olores o materiales, así como insensibilidad al frío extremo o al calor).

Tratamiento del autismo

Hoy en día, el autismo no tiene cura. Sin embargo, si un niño diagnosticado con este problema recibe ayuda cualificada y precoz, puede aprender en cierta medida a adaptar su comportamiento y a desarrollar sus capacidades:

• Aumenta su calidad de vida y su grado de autonomía, y favorece su integración en el seno de la familia y de la sociedad.
• Se ha comprobado que los resultados son mejores cuando los apoyos llegan durante los primeros años de vida.
• Además, se recomienda contar también con la comunidad educativa para que el niño cuente con los apoyos y adaptaciones escolares necesarios. 

El Sistema Nacional de Salud cuenta con distintos centros autonómicos de Atención o Intervención Temprana que desarrollan tratamientos contrastados para el Trastorno del Espectro Autista, entre otros porblemas del desarrollo infantil.

Estos tratamientos son multidisciplinares y están dirigidos tanto a los niños como a sus familias. La derivación a estos centros se suele realizar a través del pediatra que identifica algún síntoma de autismo, o bien desde trabajo social o el pedagogo escolar. 

Ayuda para las familias

La familia juega un papel clave en estos casos, ya que puede potenciar en gran medida el desarrollo del niño. Además de los servicios y recursos públicos, las asociaciones de padres con hijos con autismo ofrecen apoyo, información y, en ocasiones, asistencia profesional. A nivel estatal son muy importantes FESPAU: Confederación Española de Autismo y Confederación Autismo España