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Salud mental desatendida durante la COVID-19

La OMS señala en un estudio reciente que los servicios públicos de salud mental no han estado funcionando al 100% durante los momentos más críticos de la pandemia. Ya es hora de que la salud mental reciba los recursos y la atención que se merece.

14 octubre 2020
covid mental

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de la COVID-19, cerca de mil millones de personas en el mundo tenían algún tipo de problema de salud mental. Los trastornos depresivos eran los más comunes. No se sabe aún cómo ha variado esa cifra desde la llegada de la pandemia, pero es indudable que la nueva situación nos ha pasado factura.

Precisamente, en el Día Mundial de la lucha contra la depresión, OCU insiste en la importancia de no desatender la atención a la salud mental en estos momentos.

El impacto del coronavirus en la salud mental

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Que la COVID-19 ha afectado al bienestar y la salud mental de los ciudadanos es un hecho innegable Este virus ha trastocado muchos ámbitos de nuestra vida: la salud física, nuestras emociones, las relaciones sociales, el empleo, la economía... Y no nos olvidemos de quienes perdieron a un familiar o allegado a causa del virus durante los primeros meses, cuando no pudieron despedirse de esa persona.

Se espera que a raíz de pandemia aumenten los casos de ansiedad, estrés o depresión. ¿Esas personas han recibido la atención que necesitan? No, a juzgar por los resultados de un estudio realizado por la OMS. 

Pacientes desatendidos en los peores momentos de la pandemia

Entre los meses de junio y agosto de la 2020, la OMS realizó un estudio en el que participaron 130 países. Se les pedía que evaluasen la respuesta de los servicios públicos de salud mental durante la crisis sanitaria. Los principales resultados son los siguientes:

  • Solo el 7% de los servicios de salud mental se mantuvieron abiertos y en completo funcionamiento durante los meses más complicados de la crisis. La mayoría (el 93%) informó de alguna alteración en la prestación de uno o más servicios.
  • El 40% de los servicios de salud mental comunitarios y entre el 60 y el 70% de los servicios a domicilio o ambulatorios sufrieron cierres parciales o totales.
  • El 30% indicó que hubo alteraciones en la provisión de medicamentos (psicofármacos) y el 35% en los servicios de atención a emergencias en salud mental.  

Como avance positivo, señalan el esfuerzo realizado en la digitalización de los sistemas de salud para dar respuesta a las grandes demandas que está imponiendo la COVID-19, si bien el proceso es desigual y aún insuficiente.  Desde la Organización Mundial de la Salud también advierten de que las alteraciones en la provisión de estos u otros servicios de salud mental, ya sean comunitarios, domiciliarios o institucionalizados, pueden suponer una amenaza vital para los afectados.

enfermo mental

Salud mental, una gran olvidada

Según estima la OMS, menos del 2% de los presupuestos sanitarios se destinan a salud mental.

Esta infrafinanciación no hace sino aumentar la brecha existente entre la demanda y la oferta de estos servicios. Sin embargo, es rentable reforzar la salud mental: por cada dólar invertido en esos servicios, las Administraciones públicas ganarían cinco dólares, según nos recuerdan. La explicación es que al reducir la incidencia de estos trastornos, disminirían los costes económicos y sociales que están asociados a ellos.

Se necesitan más recursos

Hay unanimidad en señalar que invertir e integrar los servicios de salud mental en la respuesta coordinada ante emergencias de salud pública, como la actual, resulta fundamental para que esta sea completa. También desde OCU insistimos, una vez más, en la necesidad de destinar recursos a los cuidados de la salud mental, para empezar desde los servicios de atención primaria. La salud mental es indispensable para poder hablar de personas sanas.