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Psoriasis, tipos y tratamientos

29 octubre 2017
psoriasis

La psoriasis es una de las enfermedades de la piel más frecuentes. Se calcula que en España hay cerca de un millón de personas afectadas. Suele debutar entre los 15 y los 35 años, y tiene una fuerte predisposición genética. El estrés, entre otros factores, contribuye a que empeore. 

La psoriasis se caracteriza por la aparición de áreas de enrojecimiento y descamación de la piel, especialmente en las zonas de extensión de las extremidades (codos, rodillas…) y en el cuero cabelludo. En un porcentaje apreciable de casos, se acompaña también de afectación de las articulaciones.

Aun siendo una enfermedad crónica cuya causa no se conoce por completo, es importante destacar que se puede tratar de manera efectiva.   

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Tipos de psoriasis

Según el tipo y la distribución de las lesiones, pueden distinguirse diversos tipos de psoriasis:

  • Psoriasis en placas: se caracteriza por la presencia de placas de piel enrojecida y cubierta de escamas blanquecinas o plateadas, con tendencia al agrietamiento si se arañan o se tiran de las escamas. En ocasiones, estas placas vienen acompañadas de picor o escozor. Aunque puede aparecer en cualquier zona, suele ser más frecuente en las zonas de extensión (codos, rodillas, zona lumbar…).
  • Psoriasis del cuero cabelludo: es una tipología similar a la psoriasis en placas, pero que se manifiesta en el cuero cabelludo.
  • Psoriasis ungueal: ésta afecta principalmente a las uñas, las cuales se endurecen, engruesan y cuartean.

Estos tres tipos de psoriasis suelen ser las más comunes y es frecuente que se combinen entre sí. No obstante, conviene aclarar que no son los únicos y que existen otras tipologías de esta enfermedad dermatológica que son menos frecuentes:

  • Psoriasis guttata o psoriasis en gotas: las lesiones son pequeñas erupciones en forma de gotas que aparecen sobre todo en el torso, brazos y piernas.
  • Psoriasis inversa o de las flexuras: esta tipología se caracteriza por aparecer como una zona de piel roja sujeta al roce y a la transpiración en las partes del cuerpo que se flexionan (axilas, ingles, debajo de las mamas…). Suele picar más que las otras formas.
  • Psoriasis eritrodérmica: se trata de la forma más grave, puesto que alcanza hasta casi el 100 % de la superficie corporal. Puede desencadenarse con motivo de la toma de ciertos medicamentos o tras la retirada brusca de corticoides orales.
  • Psoriasis pustulosa: se presenta con focos de psoriasis con granitos de aspecto purulento.

Causas de la psoriasis: genética y sistema inmunitario

Ante todo, hay que saber que la psoriasis no es una enfermedad contagiosa ni transmisible y que su aparición no se puede prevenir.

En la psoriasis, la renovación natural de la piel se produce mucho más rápido de lo normal. Habitualmente, la piel tarda entre 21-28 días en regenerarse por completo y se trata de un proceso que se produce de manera imperceptible. Sin embargo, este procedimiento se ve acelerado en las personas con psoriasis, completándose en 6-8 días. Las células generadas en este ciclo llegan inmaduras a la capa más superficial y se convierten en placas enrojecidas cubiertas de escamas blanquecinas o plateadas.

Aunque el mecanismo no se conoce por completo, se sabe que el sistema inmunitario está implicado de alguna manera en el proceso. Además, hay una importante predisposición genética, ya que alrededor de un tercio de las personas que sufren de psoriasis tienen algún familiar cercano afectado.

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Factores desencadenantes de la psoriasis

Aunque no son la causa de la psoriasis, existen factores que a menudo contribuyen a que la enfermedad empeore. Algunos ejemplos son:

  • Cualquier tipo de agresión a la piel (cortes, rasguños, picaduras, quemaduras, rozaduras mantenidas, etc.).
  • Periodos de estrés.
  • El abuso de alcohol y de tabaco
  • La toma de algunos medicamentos (litio, antipalúdicos, antiinflamatorios...)
  • Ciertas alteraciones hormonales
  • La menstruación o la menopausia, en el caso de la mujer.

Diagnóstico y manifestaciones de la psoriasis

En general, un dermatólogo es capaz de diagnosticar la psoriasis con tan sólo observar el aspecto de la piel y hacer una buena historia clínica.

En relación con el impacto de la psoriasis, éste es muy variable dependiendo del grado de extensión de las lesiones de la piel y de la existencia o no de manifestaciones extracutáneas. Si bien es cierto que alrededor del 10 % de los pacientes sufren artropatía psoriásica (un tipo especial de artritis), es raro que la enfermedad afecte a otros sistemas corporales.

Algunos estudios han detectado un mayor riesgo de problemas cardiovasculares en las personas que padecen psoriasis. Todo ello sin que la causa esté clara. Además, la psoriasis se ha identificado como factor de riesgo de trombosis venosa, principalmente en los casos más graves.

En la mayoría de los casos, las personas con psoriasis no ven afectadas sus vidas de una manera determinante. Sin embargo, su impacto puede ser grande y provocar un deterioro significativo de la calidad de vida según las circunstancias de la persona afectada. Asimismo, merecen especial atención aquellos individuos con grandes extensiones de piel visible afectada, ya que esto puede repercutir en su estado emocional e incrementar el riesgo de aislamiento social.

Tratamiento de la psoriasis

La psoriasis es una enfermedad que no tiene cura y, por tanto, hay que convivir con ella toda la vida con periodos de mejoría y empeoramiento. No obstante, el tratamiento para la psoriasis puede reducir los síntomas y conseguir periodos de remisión bastante duraderos.

Tratamientos tópicos para la psoriasis

  • Emolientes de tacto graso: estas sustancias hidratan y suavizan la piel, contribuyendo a la eliminación de las escamas y a la mejora de la apariencia de las lesiones. Necesitan ser aplicados con frecuencia para apreciar sus efectos.
  • Corticoides tópicos: este tratamiento mejora visiblemente las lesiones en pocos días. Su gran inconveniente es que no pueden mantenerse como tratamiento a largo plazo, ya que producen atrofia de la piel y, en algunos casos, agravamiento de rebote al retirarlos. Resulta conveniente tener cuidado si se usan en superficies muy extensas porque pueden absorberse.
  • Derivados de la vitamina D (calcipotriol, calcitriol, tacalcitol…): éstos sí que pueden usarse a largo plazo e, incluso, pueden combinarse con los corticoides. Aunque no causan atrofia ni efecto rebote, existe la posibilidad de que produzcan irritación y fotosensibilidad. Si se aplican sobre superficies extensas, también pueden absorberse y afectar al metabolismo del calcio.
  • Ácido salicílico: es eficaz contra la descamación y no causa atrofia ni efecto rebote. Esta sustancia irrita la piel y no debe usarse en superficies muy extensas.
  • Preparados a base de brea de hulla: se caracterizan por ayudar a mejorar las lesiones y porque pueden combinarse fácilmente con otros tratamientos. No causan atrofia ni efecto rebote. Sus inconvenientes se centran en su olor algo desagradable y que manchan la ropa. También, pueden causar irritación y foliculitis.
  • Ditranol (o antralina): es importante que se use en periodos cortos y que su aplicación esté muy controlada para no producir lesiones en la piel. Por este último motivo, es recomendable aplicárselo en el hospital. No causa atrofia de la piel ni efecto rebote. Sin embargo, es muy irritante y tiñe la ropa, la piel y el pelo.
  • Tazaroteno: es un retinoide de uso tópico que no causa atrofia de la piel ni efecto rebote, pero que se caracteriza por ser irritante. No debe aplicarse en más del 10 % de la superficie cutánea. Está contraindicado en embarazadas y mujeres lactantes.

Otros tratamientos para la psoriasis

  • Fototerapia: este tratamiento mejora visiblemente las lesiones de la piel. Puede tratarse de radiación ultravioleta sola o puede contar con el apoyo de la administración oral de psoraleno, una sustancia que sensibiliza el cuerpo ante los rayos UVA. Este último método se conoce como puvaterapia y se reserva para los casos más severos.
  • Medicamentos por vía oral o inyectados: son fármacos muy específicos que se utilizan sólo cuando fallan las estrategias anteriores. Hoy en día, se dispone de agentes biológicos que bloquean selectivamente la actividad de aquellas sustancias que regulan la inflamación y la respuesta inmunitaria.
  • Suplementos nutricionales: determinados estudios recogen que algunos suplementos nutricionales, como por ejemplo el aceite de pescado rico en Omega 3, han mostrado propiciar un limitado grado de mejoría en pacientes con psoriasis.
  • Terapias alternativas (técnicas de relajación o de meditación): ninguna de ellas ha logrado demostrar su eficacia con la psoriasis. Sin embargo, sí que contribuyen a mejorar el bienestar general y esto tiene un efecto favorable en el estado psicológico de la persona.