En 2006 el lanzamiento de la Coca Cola Zero supuso un antes y un después en el etiquetado de los alimentos, ya que fue entonces cuando los usuarios comenzamos a utilizar esta palabra para referirnos a la ausencia de azúcar. Sin embargo, lo que pocos de nosotros sabíamos, es que este adjetivo no era otra cosa que un simple mensaje publicitario.

Hecha la ley, hecha la trampa

Hoy en día, no hay ninguna normativa sobre declaraciones nutricionales y propiedades saludables de los alimentos que obligue a los fabricantes a vincular la palabra zero que aparece en las etiquetas de sus productos con un valor concreto de azúcar. Únicamente se indica que expresiones como “sin”, “bajo contenido en”, “bajo valor en”, “valor reducido en”, etc. sí que están permitidas a la hora de referirse al azúcar, las grasas, el aporte energético o la sal.

En definitiva, y aunque a nosotros nos parezca confuso y poco ético utilizarlo con otras sustancias que no sean azúcar, no hay nada de ilegal en acompañar cualquier alegación nutricional con el término zero.

Zero… ¿qué?

En OCU creemos que utilizar zero indistintamente para hablar del nivel de contenido de cualquier sustancia en un alimento puede confundir al consumidor e inducirle a error, al no poder asociar siempre una misma alegación con una sustancia concreta (por ejemplo: relacionar la palabra zero con la ausencia de azúcares).

Además, no debería permitirse que los fabricantes utilicen en sus etiquetas una tipografía 4 o 5 veces más grande para la cualidad que buscan destacar y un tamaño mucho menor para la sustancia a la que se refiere esta alegación, o bien utilizar esta misma técnica jugando con colores de tonalidades muy similares en lugar de con el tamaño.

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En OCU hemos puesto en marcha la iniciativa #NoCuela para desmentir informaciones falsas relacionadas con consumo. Si quieres ayudarnos a desmentir ciertos mensajes o quieres que investiguemos alguna información dudosa, hazlo a través del hastag #NoCuela o del correo electrónico nocuela@ocu.org.