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Deshacernos de las toallitas húmedas nos cuesta 1.000 millones al año

28 julio 2015
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Podemos vivir sin ellas, pero las consumimos por toneladas. Lo que pagamos al comprarlas es lo de menos. En cuanto las toallitas húmedas terminan en el váter, empiezan a costarnos entre 500 y 1.000 millones anuales en depuración de aguas. Una factura que pagamos entre todos los europeos.

Con agua y jabón se consigue lo mismo por menos dinero y sin generar residuos innecesarios. Aun así, la venta de toallitas húmedas crece exponencialmente.

Las toallitas para bebés, con 43 millones de paquetes vendidos en España en 2014, tienen buena parte de la culpa. 

Pero es que ahora también las compramos como desmaquillantes faciales, higiene íntima, para limpiar muebles o cristales o gafas... 

El problema llega cuando las tiramos al váter. Toallita a toallita, el gasto para tratarlas adecuadamente se multiplica y lo acabamos pagando entre todos. 

No son como el papel higiénico

  • El papel higiénico se rompe y llega disgregado a las redes de saneamiento. 
  • Las toallitas húmedas llegan a las depuradoras prácticamente intactas. Además, en su recorrido se deshilachan, trenzándose entre sí y con otros residuos (bastoncillos, algodones...) hasta provocar grandes atascos. 

No hay ninguna norma que diga qué productos se pueden echar al váter y cuáles no. 

Eso no impide que Valencia, donde cada año 3 toneladas de toallitas son recogidas solo en la red de alcantarillado, cuente con una ordenanza municipal pionera que prohíbe deshacerse así de ellas, con multas de hasta 3.000 euros para quien no cumpla. 

Nunca las tires al WC

Da igual que algunas marcas aseguren que se pueden tirar por el inodoro. Es una promesa gratuita, ya que para decir esto sus toallitas no han tenido que superar ninguna prueba independiente. 

Ante la enorme confusión que reina en torno a sus etiquetas y su biodegradabilidad, lo correcto es tirarlas siempre a la papelera

OCU considera que: 

  • Los mensajes que fomentan el uso continuado de toallitas deberían prohibirse.
  • Las etiquetas que hablan de una biodegradabilidad que no ha sido demostrada deberían prohibirse.
  • Son urgentes protocolos para que las etiquetas sean claras y dejen de confundir al consumidor. 

Solo para un uso ocasional

OCU no está en contra de la existencia de toallitas húmedas, siempre que se usen para lo que son: te sacan del apuro cuando no tienes ni agua ni jabón (una excursión, una emergencia con el niño...).

Su existencia no es un problema. Lo grave es el consumo desaforado e injustificado, que genera atascos en la red de alcantarillado y está disparando el coste de tratar estos residuos. Hablamos de toneladas de toallitas que,según EurEau (asociación europea de empresas de abastecimiento y saneamiento), generan un gasto de entre 500 y 1.000 millones de euros al año en toda Europa. 

Este dineral lo acaban pagando los ayuntamientos, es decir, lo acaban pagando los ciudadanos. Para que te hagas una idea, 1.000 millones es lo que ha destinado la Unión Europea para fomentar el empleo juvenil en 2015. Pero también las comunidades de vecinos porque aumentan las intervenciones en las arquetas para recoger los restos en las que hay en los edificios, que generan atascos y olores.

Las toallitas húmedas son el típico ejemplo de producto insostenible:

  • vida útil efímera (te dura unos segundos y la tiras)
  • adición de sustancias químicas en su fabricación
  • envase poco sostenible que consume recursos

En resumen: para lo poco que valen, nos cuestan demasiado