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Bullying: qué hacer si tu hijo es el agresor

21 septiembre 2021
acoso escolar

El acoso escolar o bullying es un problema social que sigue muy extendido entre los niños y adolescentes españoles. Las víctimas requieren de todo nuestro apoyo, sin condiciones. Y también los menores que agreden necesitan ayuda, porque es indudable que algo no va bien. ¿Qué hacer cuando tu hijo es el agresor?

El acoso escolar o bullying es una relación abusiva que se establece entre dos o más niños o adolescentes: cualquier tipo de maltrato verbal o físico, psicológico o emocional sostenido e intencional es acoso. Puede darse en el entorno escolar (en el recreo, entre clases, etc.) o desarrollarse de forma virtual (en las redes sociales, a través de WhatsApp…): en ese caso se habla de ciberacoso o ciberbullying  

Según la última edición del "Estudio sobre las conductas saludables de los jóvenes" (HSBC por sus siglas en inglés), de 2018, el 12% de los chicos y chicas escolarizados entre 11 y 18 años ha sufrido algún tipo de acoso. Pero un dato igualmente estremecedor es que casi el 15% de los chicos y el 10% de las chicas de esas mismas edades ha participado en algún episodio de bullying.

Menores acosadores, ¿por qué?

Para las familias, enterarse de que alguno de sus hijos ha participado en episodios de bullying o ciberbullying es algo que habitualmente resulta sorprendente y devastador. Ningún padre espera que sus hijos se comporten de ese modo, porque no los ven como malos chicos. ¿Por qué agreden algunos niños o adolescentes?

Dos perfiles de agresores

Los motivos varían. Según los expertos, hay dos perfiles de agresores:

  • El proactivo. En este caso, el agresor suele ser un chico (o chica)  impulsivo, dominante, o al que le resulta difícil mostrarse empático o asertivo con los demás niños por una falta de habilidades.
  • El reactivo. Aquí el agresor reacciona de forma hostil y agresiva ante una falta de habilidades sociales y de comunicación (especialmente entre los más pequeños), por problemas de ansiedad, de baja autoestima... La reacción violenta también puede ser un medio para integrarse en el grupo o consecuencia de la presión de este. En algunos casos se produce porque el niño o niña tiene tendencia a percibir como agresiones el comportamiento de los demás. 

No hay que olvidar que este tipo de reacciones hostiles también pueden ser el resultado de un aprendizaje vicario (por imitación). En algunos casos, el comportamiento hostil o agresivo puede haberse aprendido en casa como una forma de actuar ante los problemas, de sobresalir en el entorno o de relacionarse con los demás, por ejemplo. 

Cómo actuar cuando tu hijo es el que agrede

A la hora de abordar estos problemas es importante no demonizarles ni convertir su comportamiento en algo patológico. En muchos casos se trata de conductas absolutamente inapropiadas, de una falta de habilidades, de tendencias a reaccionar y comportarse de un modo determinado, etc. 

Mejor prevenir que curar

Los expertos coinciden: la prevención es el mejor antídoto ante estas situaciones. Para conseguirlo es fundamental:

  • Fomentar un diálogo abierto, cercano y constante en casa, te permitirá poder hablar sobre este o cualquier otra dificultad en el futuro.
  • Ejercer como modelos en casa, pues el comportamiento de los padres es el espejo en el que se miran los niños y no tolerar este tipo de conductas.
  • Enseñarles a gestionar los conflictos de forma asertiva, a ser empáticos, y también a manejar sus emociones.
  • Inculcar el respeto y tolerancia a los demás

Pero no siempre basta con prevenirlo

Cuando se identifica una situación de acoso, resulta fundamental abordarlo inmediatamente y llegar al fondo del asunto, para que los menores puedan aprender las herramientas, habilidades, límites y estrategias de afrontamiento de las que carezcan. En concreto, los expertos recomiendan:

  • Hablar con él o con ella sin juzgar ni culpabilizar, mostrándose cercano pero firme a la vez. Es fundamental conocer todos los aspectos del problema, y sobre todo, sus razones.

diálogo entre un padre y un hijo

  • Mantener el contacto con el equipo docente y con los padres y madres involucrados, para poder conocer otros detalles y actuar conjuntamente. 
  • Poner límites a su comportamiento mediante castigos (proporcionados y limitados en el tiempo), ejerciendo de ejemplo en casa, facilitando la empatía con los demás, etc. 
  • Según las razones de las agresiones, explorar los escenarios en los que se pueden dar y buscar y probar alternativas de comportamiento juntos (cuantas más, mejor).
  • Enmendar su comportamiento: generar un espacio en el que de algún modo se pueda reparar el daño, bien con una disculpa formal, invitando a los niños y sus familias a casa, etc. 
  • Buscar apoyo profesional puede ayudar a hacer frente al problema:
    • si ninguna de las medidas resulta efectiva,
    • si la agresión se mantiene en el tiempo o empeora,
    • o si se identifican dificultades o problemas más profundos o graves, es recomendable acudir a un psicólogo.

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