Tratamientos contra el cancer
Los tratamientos clásicos y los nuevos que se utilizan para tratar de poner freno al cáncer están salvando cada vez más vidas y disminuyendo los efectos secundarios. Hacemos un repaso a los principales grupos: cirugía, quimioterapia, radioterapia, terapia hormonal…
Las intervenciones pueden realizarse con distintos fines:
- Preventivos, cuando se retira tejido que, aunque no sea maligno, tiene probabilidades de llegar a serlo.
- Diagnósticos, para coger una muestra de tejido y poder luego analizar si es o no canceroso.
- De estadiaje, para determinar la extensión de la enfermedad.
- Curativos, para retirar el tumor completamente. La intervención suele ir acompañada de otros tratamientos de quimioterapia, radioterapia o de ambos.
- Reductores, se utiliza para eliminar solo una parte del tumor, cuando se observa que su completa extirpación podría causar daños en órganos y áreas circundantes. La parte que no se ha retirado del tumor luego será tratada utilizando quimioterapia o radioterapia.
- Paliativos, para tratar complicaciones asociadas al avance del tumor. Por ejemplo: para aliviar una obstrucción intestinal derivada de un cáncer en el abdomen.
- Reparadores o reconstructivos. Por ejemplo, cuando se realiza una operación para poner una prótesis de mama después de una mastectomía, intervención en la que se puede llegar a vaciar un seno afectado por un tumor.
Con fines diagnósticos
En las intervenciones con fines diagnósticos (o para valorar la extensión del tumor) hay disponibles una gran variedad de técnicas e instrumental médico.
Unas apenas causan molestias al paciente y no requieren anestesia, como la punción-aspiración con aguja fina. Permite extraer una muestra del tumor, para analizarla después. ¿Inconvenientes? La cantidad de tejido es tan pequeña que no siempre permite hacer un diagnóstico preciso. Existe la creencia de que pueden contribuir a extender el tumor. Pero es un miedo infundado porque la probabilidad de que al pinchar con la aguja el tumor se pueda extender es extremadamente baja.
La biopsia es otra de las técnicas más utilizadas. Puede realizarse con agujas, aunque son frecuentes las que se practican tras haber realizado una pequeña incisión. En ese caso requieren anestesia.
Aprovechando los orificios naturales del cuerpo se puede hacer una endoscopia. En esta técnica se utiliza un tubo flexible provisto en su extremo de una lente y una luz, para obtener imágenes, y de un dispositivo capaz de tomar muestras de tejido. La endoscopia cambia su nombre según la zona del cuerpo que se vaya a explorar : laringoscopia (laringe), gastroscopia (estómago), colonoscopia (colon), cistoscopia (vejiga urinaria), etc.
Para algunas endoscopias hace falta realizar una pequeña incisión: si es en el abdomen, se habla de laparoscopia; en el tórax, toracoscopia, etc.
Hay casos en los que la exploración del cáncer requiere practicar con anestesia general una gran incisión para ver directamente el área afectada. Se habla entonces de exploraciones a cirugía abierta.
Más información en la guía “Pruebas Diagnósticas”. Precio para socios: 19,99 euros. Puede hacer su pedido por teléfono (902 300 188), fax (913 009 002) o correo electrónico ( guias@ocu.org ) .
Lo último en cirugía: con láser, frío...
Algunas de las técnicas más novedosas dentro de la cirugía aplicada al cáncer son la cirugía por láser, la criocirugía, la electrocirugía, la cirugía de Mohs y la cirugía laparoscópica.
Cirugía por láser. El láser es un rayo de energía lumínica. En cirugía se utiliza para trabajos que requieren gran precisión. Por ejemplo, para vaporizar células cancerosas en los tumores de cérvix, laringe, hígado, recto o piel (fotoablación). También se aplica a menudo en la cirugía paliativa, por ejemplo, cuando un gran tumor presiona la traquea o el esófago y causa dificultades para respirar o tragar.
- Criocirugía. Su finalidad es congelar y destruir las células cancerosas. Se utiliza nitrógeno líquido o una varilla muy fría. Esta técnica se destina a veces a tratar fases precancerosas como las que se dan en el cuello uterino o cérvix. En fase de estudio está su aplicación a otros cánceres como el de próstata.
- Electrocirugía. Se utilizan corrientes eléctricas de alta frecuencia para destruir células. Se aplica a algunos cánceres de piel y boca.
- Cirugía de Mohs. El cirujano secciona la capa de piel que parece estar afectada por el cáncer. Esa piel se lleva a examinar inmediatamente al microscopio. Luego vuelve a extraer algo del tejido circundante y se vuelve a examinar al microscopio. Este proceso se repite hasta que se comprueba que no queda ninguna célula anormal.
- Cirugía laparoscópica. Se efectúan pequeños orificios por los que se introducen los distintos instrumentos quirúrgicos, entre ellos el endoscopio. Se utiliza para algunas formas de cáncer, como el gástrico, el de colon, ovario o endometrio.
La cirugía es el tratamiento más antiguo para el cáncer. Se aplica especialmente en aquellos casos en los que el tumor está bien delimitado y no se ha extendido a otras partes del cuerpo. Gracias a los avances de las técnicas quirúrgicas cada vez es más factible retirar el tumor sin causar daños en tejidos sanos o en las funciones vitales.
Las intervenciones pueden realizarse con distintos fines:
- Preventivos, cuando se retira tejido que, aunque no sea maligno, tiene probabilidades de llegar a serlo.
- Diagnósticos, para coger una muestra de tejido y poder luego analizar si es o no canceroso.
- De estadiaje, para determinar la extensión de la enfermedad.
- Curativos, para retirar el tumor completamente. La intervención suele ir acompañada de otros tratamientos de quimioterapia, radioterapia o de ambos.
- Reductores, se utiliza para eliminar solo una parte del tumor, cuando se observa que su completa extirpación podría causar daños en órganos y áreas circundantes. La parte que no se ha retirado del tumor luego será tratada utilizando quimioterapia o radioterapia.
- Paliativos, para tratar complicaciones asociadas al avance del tumor. Por ejemplo: para aliviar una obstrucción intestinal derivada de un cáncer en el abdomen.
- Reparadores o reconstructivos. Por ejemplo, cuando se realiza una operación para poner una prótesis de mama después de una mastectomía, intervención en la que se puede llegar a vaciar un seno afectado por un tumor.
Con fines diagnósticos
En las intervenciones con fines diagnósticos (o para valorar la extensión del tumor) hay disponibles una gran variedad de técnicas e instrumental médico.
Unas apenas causan molestias al paciente y no requieren anestesia, como la punción-aspiración con aguja fina. Permite extraer una muestra del tumor, para analizarla después. ¿Inconvenientes? La cantidad de tejido es tan pequeña que no siempre permite hacer un diagnóstico preciso. Existe la creencia de que pueden contribuir a extender el tumor. Pero es un miedo infundado porque la probabilidad de que al pinchar con la aguja el tumor se pueda extender es extremadamente baja.
La biopsia es otra de las técnicas más utilizadas. Puede realizarse con agujas, aunque son frecuentes las que se practican tras haber realizado una pequeña incisión. En ese caso requieren anestesia.
Aprovechando los orificios naturales del cuerpo se puede hacer una endoscopia. En esta técnica se utiliza un tubo flexible provisto en su extremo de una lente y una luz, para obtener imágenes, y de un dispositivo capaz de tomar muestras de tejido. La endoscopia cambia su nombre según la zona del cuerpo que se vaya a explorar : laringoscopia (laringe), gastroscopia (estómago), colonoscopia (colon), cistoscopia (vejiga urinaria), etc.
Para algunas endoscopias hace falta realizar una pequeña incisión: si es en el abdomen, se habla de laparoscopia; en el tórax, toracoscopia, etc.
Hay casos en los que la exploración del cáncer requiere practicar con anestesia general una gran incisión para ver directamente el área afectada. Se habla entonces de exploraciones a cirugía abierta.
Más información en la guía “Pruebas Diagnósticas”. Precio para socios: 19,99 euros. Puede hacer su pedido por teléfono (902 300 188), fax (913 009 002) o correo electrónico ( guias@ocu.org ) .
Lo último en cirugía: con láser, frío...
Algunas de las técnicas más novedosas dentro de la cirugía aplicada al cáncer son la cirugía por láser, la criocirugía, la electrocirugía, la cirugía de Mohs y la cirugía laparoscópica.
Cirugía por láser. El láser es un rayo de energía lumínica. En cirugía se utiliza para trabajos que requieren gran precisión. Por ejemplo, para vaporizar células cancerosas en los tumores de cérvix, laringe, hígado, recto o piel (fotoablación). También se aplica a menudo en la cirugía paliativa, por ejemplo, cuando un gran tumor presiona la traquea o el esófago y causa dificultades para respirar o tragar.
- Criocirugía. Su finalidad es congelar y destruir las células cancerosas. Se utiliza nitrógeno líquido o una varilla muy fría. Esta técnica se destina a veces a tratar fases precancerosas como las que se dan en el cuello uterino o cérvix. En fase de estudio está su aplicación a otros cánceres como el de próstata.
- Electrocirugía. Se utilizan corrientes eléctricas de alta frecuencia para destruir células. Se aplica a algunos cánceres de piel y boca.
- Cirugía de Mohs. El cirujano secciona la capa de piel que parece estar afectada por el cáncer. Esa piel se lleva a examinar inmediatamente al microscopio. Luego vuelve a extraer algo del tejido circundante y se vuelve a examinar al microscopio. Este proceso se repite hasta que se comprueba que no queda ninguna célula anormal.
- Cirugía laparoscópica. Se efectúan pequeños orificios por los que se introducen los distintos instrumentos quirúrgicos, entre ellos el endoscopio. Se utiliza para algunas formas de cáncer, como el gástrico, el de colon, ovario o endometrio.
La cirugía es el tratamiento más antiguo para el cáncer. Se aplica especialmente en aquellos casos en los que el tumor está bien delimitado y no se ha extendido a otras partes del cuerpo. Gracias a los avances de las técnicas quirúrgicas cada vez es más factible retirar el tumor sin causar daños en tejidos sanos o en las funciones vitales.
La radiación es una forma de energía que es transportada por ondas o haces de partículas capaces de alterar la molécula que lleva la información genética de las células, el ácido desoxirribonucleico o ADN. Este efecto es más notable en las células que están dividiéndose de forma activa y rápida. Es menor en las células que permanecen sin cambios o que se dividen despacio. Por eso afecta a las células cáncerosas, pero también a otras sanas que están continuamente renovándose como las células sanguíneas, las del pelo o las que recubren en tracto gastrointestinal. De ahí sus efectos secundarios.
Se utiliza frecuentemente antes de la cirugía para “encoger” el tumor todo lo posible. Pero se puede aplicar también después para prevenir recaídas. Para ciertos tipos de cáncer, como por ejemplo algunos linfomas, es el único tratamiento que se utiliza. No obstante, no suele ser lo habitual.
La radioterapia también se puede emplear para proporcionar algo de alivio a los síntomas o para tratar cánceres que no pueden ser eliminados mediante cirugía.
Radioterapia externa o interna
Según de dónde procedan las radiaciones, se habla de radioterapia externa o interna.
La radioterapia externa es la más utilizada. Desde un aparato localizado en una sala especial de radioterapia se envían radiaciones a un punto concreto del cuerpo del paciente. Esas radiaciones proceden de sustancias radioactivas como el cesio, cobalto, iodo, fósforo, oro, iridio, itrio o paladio.
Entre las molestias más comunes de esta terapia están la fatiga, el enrojecimiento, sequedad y descamación de la piel, la inflamación de las membranas mucosas (por ejemplo, de la boca), la infertilidad (si son irradiados los testículos o los ovarios), etc. Muchos de estos efectos secundarios se localizan en el área tratada.
En la radioterapia interna, intersticial o braquiterapia se introduce material radioactivo en el paciente, dentro o cerca del tumor. No es un procedimiento demasiado moderno: durante los años 70 ya se utilizaba para tratar el cáncer de próstata. Aunque entonces no produjo los resultados esperados, posiblemente debido a que no se colocaba en el lugar adecuado el material radioactivo o no se calculaba bien la dosis necesaria. Esas primeras dificultades se han ido superando gracias a los avances técnicos, y hoy día se emplea con éxito, por ejemplo, en algunas formas de cáncer de próstata.
Lo último en radioterapia
Ya se están usando nuevas formas de radioterapia más seguras y efectivas, mientras que otras están en fase de investigación. Unos ejemplos:
- Radioterapia conformal tridimensional. Primero se utilizan modernos aparatos (tomografía computerizada) para obtener imágenes tridimensionales que permitan localizar con exactitud el tumor. Luego, se manipula la dirección de los haces de radiación para que actúen sólo sobre el área dañada.
- Radioterapia de intensidad modulada. Se parte también de imágenes que identifican la posición del tumor. Después, se ajusta la intensidad de la radiación para que sea mínima la que llegue a las partes sanas y máxima la que alcance la zona enferma.
- Radioterapia conformal con haces de protones. Se utilizan haces de protones que salen de una máquina especial llamada ciclotrón. Los protones tienen la ventaja de producir pocos daños en los tejidos sanos y ser muy efectivos matando células cancerosas al final de su trayecto. Esta terapia se aplica en muy pocos hospitales europeos. En España, está previsto construir la primera instalación de este tipo en Valencia en el año 2012.
- Radioterapia o radiocirugía estereotáxica. Se emite una alta dosis de radiación de forma precisa a una pequeña área con tejido enfermo. Los haces de radiación se dirigen al tumor desde cientos de diferentes ángulos durante unos instantes. Se utiliza para el tratamiento del cáncer cerebral.
- Radioterapia intraoperatoria. Se suele utilizar para cánceres de abdomen o pelvis y para aquellos cánceres que tienen tendencia a reproducirse. Implica la utilización durante una operación quirúrgica de alguna de las formas de radioterapia. Así se pueden retirar los tejidos sanos de la trayectoria de los haces de radiación.
Termorradioterapia o hipertermia
El calor que crean las microondas o los ultrasonidos parece mejorar el efecto de las radiaciones que se utilizan para tratar el cáncer. Está en fase de estudio.
Radiosensibilizadores y radioprotectores
Los radiosensibilizadores son fármacos que hacen a las células tumorales más sensibles a la radiación. Por el contrario, los radioprotectores son medicamentos que ayudan a proteger el tejido sano de la radiación (un ejemplo, la amifostina). Se siguen buscando nuevas sustancias con estos efectos.
El término quimioterapia hace referencia a los fármacos. Los que se utilizan para combatir el cáncer son denominados en la jerga médica como antineoplásticos y citotóxicos. Su función es destruir o detener el crecimiento de las células cancerosas, atacando a los componentes que intervienen en su división (ADN, ARN, enzimas, etc.). Pero sus efectos también los “sufren” las células sanas del cuerpo, sobre todo las que tienen que estar continuamente renovándose como las células sanguíneas, las del pelo o las que recubren el tracto gastrointestinal. Esto explica sus principales efectos secundarios: pérdida de pelo, trastornos gastrointestinales (náuseas, vómitos, anorexia, cambios en el sentido del gusto, estreñimiento, diarrea, pérdida de peso, etc.), daños en el riñón o en los nervios periféricos...
Una de las ventajas de esta terapia, que no ofrece la cirugía ni la radioterapia, es que sirve para tratar de eliminar las células cancerosas que se han extendido a otras partes del cuerpo.
Ciclos de tratamiento, con descansos
La forma de administrar los medicamentos al paciente puede ser por boca (vía oral) o mediante inyección o catéter en vena (vía intravenosa o parenteral). El segundo método tiene la ventaja de llegar más rápido a las zonas afectadas. Además, es la mejor opción cuando se trata de medicamentos que el sistema digestivo no puede absorber o que son irritantes para él. También hay pacientes a los que la vía oral no les conviene, por ejemplo, porque sufren vómitos, diarrea o náuseas o porque tienen problemas para acordarse de tomar la medicación.
Generalmente la quimioterapia se administra en forma de ciclos, alternando periodos de tratamiento con periodos de descanso. Se intenta así dejar tiempo para que las células sanas se recuperen de los efectos de los medicamentos.
Lo último en quimioterapia
Continuamente se está investigando para reducir los efectos secundarios de la quimioterapia y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Algunas de los nuevos fármacos empiezan a ser muy selectivos en sus ataques o se aplican allí donde está el tumor. Es el caso, por ejemplo, de algunos medicamentos que ya se comercializan (erlotinib, imatinib o bortezomib), de fármacos que se unen a los anticuerpos para viajar directamente al tumor (son parte de la llamada inmunoterapia), la quimioterapia regional, la antiangiogénesis...
La quimioterapia regional se aplica allí donde el tumor está localizado. Algunos ejemplos:
- Quimioterapia intraarterial, para tumores situados en lugares específicos como el hígado o la pierna. Está aún en fase de estudio porque no está dando tan buenos resultados como se esperaba.
- Quimioterapia intravesical, para cánceres de vejiga en sus estadios iniciales.
- Quimioterapia intraperitoneal e intrapleural. La primera para la cavidad abdominal y la segunda para la cavidad torácica (la pleura es la cubierta que rodea a los pulmones). Se aplica en algunos cánceres específicos como el de ovario, el de peritoneo, pulmón o mama, cuando se han extendido por el abdomen o el tórax.
Quimioterapia intratecal
Se inyecta directamente en el fluido que rodea el cerebro y la médula espinal para llegar a las células tumorales del sistema nervioso central. Es especialmente útil para la leucemia, el linfoma o el cáncer de mama, cuando se ha extendido al cerebro o la médula espinal.
La antiangiogénesis consiste en la utilización de fármacos que bloquean la creación de nuevos vasos sanguíneos, que son los que el cuerpo genera para alimentar a las nuevas células que se van formando, aunque sean cancerosas.
Parece que da mejores resultados si se combina con otras formas de quimioterapia o con radioterapia.
No afecta a las células normales. Pero puede aumentar el riesgo de hemorragia interna o de úlceras gastroduodenales. No debe aplicarse antes de una operación.
En la hormonoterapia se trata el cáncer mediante intervenciones sobre las hormonas involucradas en su crecimiento. Se utiliza en algunos tumores como el cáncer de mama y el de próstata, que son algunos de los más frecuentes.
Para el cáncer de próstata
En España, el cáncer de próstata es el segundo más frecuente entre los hombres por detrás del tumor de pulmón. Es la tercera causa de mortalidad por cáncer (la primera es el cáncer de pulmón y la segunda, el colorrectal).
En el caso del cáncer de próstata se habla de terapia de supresión de andrógenos. Los andrógenos son las hormonas sexuales masculinas. Una de esas hormonas es, por ejemplo, la testosterona. Los andrógenos estimulan el crecimiento de las células cancerosas en la próstata. Cuando se suprime o se reduce su formación o se bloquea su acción, se puede conseguir detener el avance del cáncer, sobre todo cuando la cirugía o la radioterapia no han sido efectivas. ¿Cómo se puede hacer? Mediante una castración quirúrgica, química o una combinación de ambas.
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Tipos de tratamientos
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La orquiectomía es la castración quirúrgica, una intervención irreversible, que consiste en eliminar los testículos. Siempre es posible colocar prótesis artificiales en su lugar para reducir el impacto psicológico. Por los cambios hormonales, el 90% de los pacientes reducen o pierden su libido y tienen problemas de erección. Algunos hombres también experimentan sofocos, crecimiento de las mamas, osteoporosis, anemia, pérdida de masa muscular, ganancia de peso, fatiga y depresión.
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Luego, hay medicamentos que actúan sobre la glándula pituitaria, que es la que produce una hormona, la LH o hormona luteinizante (en respuesta a la acción de otra hormona, la LH-RH, producida por el hipotálamo). Esta hormona es capaz de activar a los testiculos para que produzcan la testosterona: como los agonistas LH-RH (leuprolida, goserelina o triptorelina) y los antagonistas LH-RH (abarelix). Los agonistas tienen que ser inyectados o colocados como pequeños implantes debajo de la piel periódicamente y tienen efectos secundarios similares a los de la orquiectomía (aunque el impacto psicológico es mucho menor). El abarelix reduce los niveles de testosterona más rápidamente, pero pueden producir graves reacciones alérgicas. Por eso sólo se utiliza en hombres que tienen un cáncer de próstata avanzado y en los que no son posibles otras terapias.
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También están los fármacos antiandrógenos, como la flutamida o bicalutamida. Bloquean la acción de los andrógenos sobre las células cancerosas. Son pastillas que hay que tomar a diario y tienen menos efectos sobre la sexualidad masculina.
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El llamado bloqueo androgénico completo combina la cirugía con el uso de los antagonistas LH-RH y los antiandrógenos. En algunos casos se añade un tercer fármaco, finasterida, que bloquea la transformación de la testosterona en un andrógeno aún más potente, la dihidrotestosterona.
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Puntos controvertidos:
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¿Debe aplicarse como tratamiento en un estado inicial o en una fase avanzada del cáncer? En algunos casos parece funcionar bien cuando se aplica antes de lo previsto (por ejemplo, cuando se ha extendido el tumor a los huesos o a los nódulos linfáticos pero sin producir síntomas). Pero hay especialistas que piensan que conviene esperar a que los síntomas aparezcan, por los efectos secundarios y por la posibilidad de que las células cancerosas se hagan antes resistentes al tratamiento.
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¿Es mejor la monoterapia o la terapia combinada? No hay evidencias científicas que permitan responder de forma concluyente a esta pregunta.
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¿Es mejor aplicar el tratamiento de forma continua o intermitente? Lo habitual es practicar el tratamiento de forma continuada, mientras la enfermedad progrese. Pero casi todos los cánceres de próstata tratados con terapia hormonal terminan haciéndose resistentes al tratamiento. Por eso algunos médicos creen que podría ser mejor un tratamiento intermitente, también para evitar durante los tiempos de descanso los posibles efectos secundarios. De momento estos tratamientos discontinuos están en fase de estudio.
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Para el cáncer de mama
El cáncer de mama es el más frecuente entre las mujeres occidentales y también entre las españolas.
Las terapias hormonales, en este caso, están encaminadas a bloquear el efecto o a disminuir los niveles de los estrógenos, las hormonas femeninas, que favorecen el crecimiento de, aproximadamente, dos tercios de los cánceres de mama, los denominados por ello “hormono-dependientes”.
Estos son algunos de los tratamientos que se están utilizando o probando hoy en día:
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Medicamentos antiestrógenos. Bloquean la acción de los estrógenos. El tamoxifeno es el más usado. Después de una operación quirúrgica, tomándolo durante una media de 5 años, reduce las posibilidades de que se reproduzca el cáncer en un 50% en las mujeres a las que se lo han detectado en una fase temprana, siempre que se trate de tumores hormono-dependientes. También se utiliza para tratar los casos en los que hay metástasis y como terapia preventiva en las mujeres que tienen un alto riesgo de desarrollarlo. Como posibles efectos secundarios: aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de endometrio y sarcoma uterino, trombosis, ganancia de peso, sofocos, hemorragias vaginales o cataratas tempranas. Otros fármacos de este grupo son el toremifeno y el fulvestrant. Este último ha sido aprobado recientemente y se utiliza con mujeres con cáncer de mama avanzado que están ya en la menopausia. Puede ser efectivo incluso cuando el cáncer no está respondiendo al tamoxifeno. Se pone mediante una inyección mensual. Puede provocar sofocos, naúseas y fatiga.
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Inhibidores de la aromatasa (letrozol, anastrozol, exemestano). Bloquean una enzima necesaria para la fabricación de los estrógenos tras la menopausia. Se utilizan, por ello, en mujeres que ya han entrado en la menopausia y tienen cáncer de mama en una fase inicial. Tienen menos efectos secundarios que el tamoxifeno (no causan cáncer de endometrio y muy raramente trombosis), pero pueden provocar osteoporosis y fracturas óseas.
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Acetato de megestrol: se trata de un agonista de la progesterona que se utiliza para cánceres de mama avanzados, cuando no responden a otros tratamientos hormonales. Puede producir ganancia de peso.
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Andrógenos, las hormonas sexuales masculinas. Deben ser considerados después de que se haya probado con otros tratamientos.
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Ablación de los ovarios. Ablación quiere decir eliminación. Se puede hacer por métodos quirúrgicos o mediante fármacos, como los agonistas LH-RH (que mencionábamos al hablar de los tratamientos del cáncer de próstata) que bloquean el mecanismo que estimula a los ovarios para producir estrógenos. Estas terapias están en fase de prueba, y se están aplicando combinadas con otras.
Es un campo en el que hay mucho por descubrir, pero en el que ya se está investigando activamente. Existen dos líneas principales: las “vacunas” contra determinados tumores (aún en fase precoz de desarrollo) y las terapias basadas en anticuerpos monoclonales. Un caso especial, que trataremos aparte, es la vacuna para el cáncer de cuello de útero.
Vacunas
Su objetivo es estimular el sistema inmunológico del paciente para que sea capaz de atacar y controlar a las células tumorales.
Se está investigando diversas formas de hacerlo, cada una tiene suss ventajas e inconvenientes:
Vacunas de células tumorales. Para elaborarlas se utilizarían células cancerosas de las que se retiran durante la cirugía. Se mata a esas células, a veces se las modifica, y, luego, se inyectan al paciente para provocar una respuesta de su sistema inmunológico. Pueden ser células procedentes del propio paciente o de otro.
Vacunas de células dendríticas. Estas células en el organismo tienen la función de ayudar al sistema inmune a reconocer y a atacar a las células cancerosas, al procesar los antígenos que las identifican y “presentárselos” al sistema inmunológico. Los antígenos son moléculas que actúan a modo de “etiquetas identificativas” de las células, y cada tipo de célula se caracteriza por tener unos antígenos determinados. En este caso, las células se extraerían de la sangre del propio paciente, se les “presentarían” algunos de los antígenos tumorales para su procesamiento, y luego se volverían a inyectar al propio individuo.
Vacunas basadas directamente en antígenos: en este caso, se inyectarían directamente algunos de los antígenos tumorales que actuarían como estímulo inmunológico. No haría falta preparar unos específicos para cada paciente.
Vacunas antiidiotipo. Serían una variante de las anteriores. El idiotipo es la parte de los anticuerpos a la cual se unen los antígenos. Cada antígeno se une a un tipo de anticuerpo y sólo a uno. En este caso, de lo que se trataría es de fabricar e inyectar al individuo anticuerpos contra los idiotipos concretos a los que se unen los antígenos tumorales, de forma que se conseguiría “engañar” a sus sistema inmunológico: este fabricaría anticuerpos propios contra dichos anticuerpos “extraños” que también valdrían para luchar contra los antígenos tumorales. Tampoco haría falta preparar una específica para cada paciente, como en el caso anterior.
Vacunas de ADN. La idea, en este caso, es inyectar directamente fragmentos de ADN de forma que se incorporen a las células y fabriquen antígenos capaces de estimular el sistema inmunológico.
Vacuna para el cáncer cervical
En el mundo, el segundo tipo de cáncer más común entre las mujeres es el de cuello de útero, también conocido como cáncer de cérvix o cervical.
Desde hace tiempo se sabe que existe una estrecha relación entre esta enfermedad y el virus del papiloma humano (VPH). Por eso en la elaboración de esta vacuna se han utilizado los tipos más comunes del citado virus, que son los responsables del 70% de los casos de cáncer cervical y del 90% de los casos de verrugas genitales.
De momento los estudios existentes demuestran que esta vacuna es eficaz para prevenir lesiones precancerosas en el cérvix y otras enfermedades causadas por el VPH. Para saber cómo protege de forma global contra el cáncer de cuello de útero serán necesarios estudios más prolongados en el tiempo. Lo que también hay que tener en cuenta es que no es eficaz contra los tipos de VPH menos comunes ni ofrece inmunización a aquellas mujeres que ya han sido infectadas previamente por los virus contenidos en la vacuna.
En cualquier caso, las revisiones ginecológicas periódicas para detectar precozmente este tipo de cáncer siguen siendo imprescindibles.
Terapia con anticuerpos monoclonales
Se trata de una forma de inmunoterapia “pasiva”: no se estimula el sistema inmunitario del propio paciente, sino que se le administran directamente anticuerpos producidos en el laboratorio (generalmente por vía intravenosa). Para ello se utilizan los llamados hibridomas, unas células procedentes de la fusión de diferentes líneas celulares de laboratorio capaces de actuar como auténticas fábricas de anticuerpos, todos ellos idénticos o clónicos contra un determinado antígeno, por eso se utiliza el término “monoclonales”.
La mayoría de estas terapias están en fase experimental, pero dos ya se están usando: los anticuerpos monoclonales desnudos y los anticuerpos monoclonales conjugados. Sus nombres vienen de que unos no van unidos a otras sustancias (los desnudos) y otro sí (los conjugados). Los anticuerpos monoclonales desnudos actúan contra antígenos tumorales específicos, mientras que los conjugados actúan como “transportadores” al administrarse combinados con diferentes sustancias capaces de atacar las células cancerosas. Puede tratarse de fármacos, partículas radioactivas, toxinas...
Se pueden utilizar para diferentes tipos de cánceres, pero no están libres de efectos secundarios. Por lo general provocan efectos más suaves que los de la quimioterapia tradicional y suelen producirse en el momento de su administración. Pueden inducir fiebre, sensación de frío, náuseas, vómitos, diarrea, baja presión arterial y erupciones en la piel.
Otros tipos de inmunoterapias en uso
Interferones: son una familia de moléculas que intervienen como mediadores en los procesos inmunológicos, utilizados en algunos linfomas, leucemias o en el melanoma
Interleukinas: otro tipo de mediadores inmunológicos, usados para el tratamiento del cáncer avanzado de riñón.
El bacilo Calmette-Guérin: se trata de una bacteria que activa el sistema inmunológico sin causar enfermedad. Se usa en el tratamiento del cáncer superficial de vejiga.
¿Cómo se introducen los genes? La formas más habituales de conseguirlo son:
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Mediante la utilización de ciertos virus, a los cuales se les retiran los genes peligrosos y se les agregan los genes deseados, de forma que estos virus modificados “infecten” las células tumorales;
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Mediante la utilización de plásmidos (fragmentos circulares de ADN) a los cuales se les insertan los genes deseados y que se introducen directamente en las células tumorales.
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Mediante la manipulación genética en el laboratorio de células extraídas del propio cuerpo que luego vuelven a insertarse.