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Jabón de acero: peor que el tradicional

21 marzo 2012
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Pastillas de acero inoxidable que sustituyen al jabón tradicional y prometen desterrar los malos olores de nuestras manos. Desterramos el mito demostrando su ineficacia.  

Una pastilla de acero inoxidable con la forma y tamaño de un jabón de manos que promete acabar con los olores más resistentes y difíciles de ahuyentar (pescado, ajo, tabaco...). Los anuncios de jabón de acero inoxidable formulan complejas explicaciones sobre las virtudes de un simple trozo de metal: liberar energía positiva, repeler electrones de moléculas malolientes...

Sobra jerga pseudocientífica y faltan hechos. ¿Verdaderamente funciona este jabón?

Por unos 4 euros es posible comprar una pastilla de jabón de acero en tiendas de productos para el hogar. Un trozo de metal que no se desgasta y que vale para toda la vida. ¿Pero para qué vale?

Menos eficaz que los jabones tradicionales

El momento de la verdad llegó cuando un grupo de voluntarios se ensució las manos con ajo y pescado. A continuación, se lavaron la mano derecha con el jabón de acero y la izquierda solamente con agua. Un panel de expertos pasó revista para comparar los olores que desprendían.

Resultado: la mano lavada con el jabón de acero olía menos que la que solo se limpió con agua, pero aun así seguía oliendo mal.

Esta moderada eficacia no es lo que prometen los fabricantes en sus anuncios (desaparición total del olor) y tampoco tiene nada que ver con que el jabón sea de acero. Es tan sencillo como que el efecto mecánico de frotarse las manos contra algo sólido elimina los olores en mayor medida que únicamente ponerlas bajo el grifo. De hecho, si el voluntario se frotaba las manos mientras se las lavaba, el resultado era similar al conseguido con el jabón de acero.

Los jabones líquidos de manos son más eficaces gracias a los detergentes y perfumes que contienen, que cubren el mal olor con otro más agradable. Sin embargo, no hay que olvidar que algunos de estos perfumes pueden provocar alergia.

No limpia el aceite

La segunda parte de la prueba consistió en comprobar si el jabón de acero podía limpiar el aceite.

Midiendo el porcentaje de aceite que permanecía en las manos tras el lavado, los resultados fueron muy negativos para ese pedazo de metal que tanto promete:

  • Jabón de acero inoxidable: eliminó un 6% del aceite.
  • Jabones normales: eliminaron un 93% del aceite.

Resulta evidente que la acción mecánica no lo es todo. En este caso resultan imprescindibles unas determinadas sustancias químicas (los surfactantes) para desprender de la piel un líquido tan graso como el aceite.