Informe

Filtros Reticare, no hay nada demostrado

26 febrero 2014
viendo pantalla

¿Son perjudiciales para la vista las pantallas LED de los móviles y las tablets? Eso es lo que sugiere la publicidad de Reticare, un filtro que promete proteger nuestra retina de las supuestas emisiones nocivas de estas pantallas. Lo cierto es que no se ha demostrado que exista este peligro.

A lo largo de los últimos meses hemos asistido a todo un bombardeo informativo sobre los supuestos efectos perjudiciales de las pantallas LED de los móviles y la conveniencia de proteger la visión mediante el filtro Reticare, que se vende por internet a 12,95 euros (móviles) o  18,95 euros (tabletas).

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La luz LED blanca es azul con amarillo

La luz LED se produce al pasar la electricidad a través de un diodo que genera luz en una longitud de onda determinada, por lo que es de un solo color. Para conseguir luz blanca, o bien se combinan diodos de distintos colores, o se emplean diodos que producen luz azul pero recubiertos de fósforo amarillo: la mezcla da como resultado un tono blanquecino. Pero esta luz blanca, que se utiliza para iluminar las pantallas, no deja de ser una luz azul “enmascarada”.

Un supuesto perjuicio a la retina

La alarma sobre las luces LED se basa en un estudio publicado por un grupo de investigación vinculado a la Universidad Complutense de Madrid y dirigido por Celia Sánchez-Ramos. Esta investigadora es quien ha patentado el protector de pantalla Reticare.

El experimento consistió en exponer células del epitelio pigmentario de la retina in vitro a varios tipos de luz LED, en tres ciclos que alternaban 12 horas de exposición y 12 horas de oscuridad. Las células sometidas a estas condiciones sufrieron una serie de daños.

Los promotores de Reticare relacionan este único estudio con una serie algo más amplia de trabajos que muestran los efectos nocivos sobre células retinianas de la sobreexposición a diferentes tipos de luz, incluyendo la luz natural. Un efecto que es mayor en el espectro de la luz azul, y que sería menor con la utilización de filtros interpuestos.

Una hipótesis sin demostrar que lleva a un producto

A partir de este experimento, que poco tiene que ver con la exposición normal a este tipo de luz, se elabora una hipótesis: “La exposición a la luz LED de dispositivos móviles, y al exceso de luz azul que conlleva, daña la retina de las personas que los usan”.  Y otra segunda hipótesis: “Usar un filtro para la luz azul os protegerá de ese riesgo”.

Lo que sucede es que dicha hipótesis no está demostrada, pues no se ha comprobado que en los últimos años haya más enfermedades retinianas en relación con el uso de estas pantallas, que es la forma correcta de establecer factores de riesgo de enfermedades. Por lo tanto, no hay ningún fundamento sólido para proclamar la necesidad de estos filtros.

Por supuesto, siempre se podría argumentar que llevamos pocos años de uso extensivo de la tecnología LED en dispositivos móviles, y que bastaría aplicar el principio de precaución para justificar el uso de este tipo de filtros protectores. Contra esto poco se puede argumentar, más allá de insistir en la falta de evidencia, lo cual contrasta con el entusiasmo “vendedor” que muestra su inventora: “Todos llevaremos un filtro para protegernos de la luz que emiten las tabletas y smartphones”, aseguraba a El Confidencialhace un año. Y es solo un ejemplo.

Plausible no significa que sea cierto

Que algo parezca plausible no significa que sea cierto. Y que un factor produzca determinados efectos en unas  condiciones experimentales no significa que ese efecto se tenga que producir en seres humanos reales en condiciones naturales de exposición a ese mismo factor.

Si existen  indicios in vitro de que la exposición a luz LED puede tener algún efecto sobre la retina, es lógico que se continúe en esa línea de investigación y se hagan más estudios. Lo que no parece tan de recibo es que se siembre el miedo en medios de comunicación, un temor ligado a la venta de un producto y que ello se haga con el aval de una universidad pública.