Consejos

"Correr es liberarse y acabar con los nervios"

06 diciembre 2013
zapatillas

Entrevistamos a Ángel Cano, uno de los atletas veteranos más laureados de España. Va a cumplir 76 años pero vive ajeno a reumas y achaques, entrenando a diario, compitiendo en pruebas internacionales contra otros septuagenarios. Y ganando medallas.

De tobillos para arriba, un señor elegante. Son los pies los que le delatan. Llega a la cita trajeado pero calzando unas zapatillas deportivas de colores.

Ángel Cano nació en 1938, recorre cada semana más kilómetros que un veinteañero y lo hace considerablemente más deprisa. A su espalda tiene más distancia de la que muchos caminarán jamás.

Hablamos con él pocos días después de su retorno de los mundiales de Brasil, donde ha vuelto a triunfar. Tercero en los 800 y en los 1.500 metros. Su piel luce igual que sus medallas, bronceada. Se mueve y se ríe como un chaval.  

 

 

¿Cuándo empezaste a correr?

A los 48. Antes nunca había hecho deporte.

 

¿Y por qué?

Acababa de montar mi propia imprenta y tenía una intranquilidad a la que necesitaba dar salida. Me puse un pantalón de deporte y empecé a galopar por ahí. 

 

Ahora esa intranquilidad se llama estrés y se cura con pastillas...

Yo vi enseguida que correr me funcionaba, que el coco desviaba la atención del trabajo. Correr es liberarse, conocerse a uno mismo.

 

¿Cómo pasas de ser un anónimo corredor urbano a ganar medallas mundiales?

Primero carreras populares. Luego maratones: hice 20, también la de Nueva York, y gané una en Sevilla. Luego pasé a la pista. Los 800 metros se convirtieron en mi distancia y fui campeón de España en veteranos. También subcampeón de Europa y del mundo.  

 

¿Cuál es tu rutina de entrenamiento?

Corro unos 50 kilómetros a la semana, en tiradas de 8 o 9 kilómetros. Tres días por semana voy al gimnasio, donde hago máquinas de cuádriceps, isquios y caja torácica. Además, todos los días hago pesas, abdominales y lumbares en mi casa.

 

¿No es demasiado para alguien de tu edad?

Ahora descanso un día por semana. Antes, cuando hacía maratones, corría a diario. Y no me cansaba nunca.

 

¿Por qué dejaste las maratones?

Ya no son para mí. En el entrenamiento hay que meterse muchos kilómetros y eso empezó a suponer demasiado castigo. Yo procuro divertirme. Ya viví mis maratones y las corrí todas con alegría.

 

¿Por qué vas tanto al gimnasio?

Es necesario si quieres evitar lesiones.

 

¿También recomiendas un calendario exigente como el tuyo?

Cada uno tiene su cuerpo y solo tú puedes darte cuenta. Solo tú puedes ver que sales a correr y no vas con esa lozanía de los días buenos. Eso es tu organismo pidiéndote que pares. Si pasan 2 o 3 días y no estás recuperado, descansa. Y aunque estés en forma, de vez en cuando es bueno estar un tiempo sin hacer nada. Así liberas la cabeza. No hay que obsesionarse. El mejor hombre es dueño de sí mismo y si estás dominado por algo, ya no eres tú. 

 

 

¿Cómo convencerías a alguien para que empiece a correr, aunque nunca haya hecho nada y tenga una cierta edad?

Primero le preguntaría por su vida laboral. Siempre responden que están demasiado cansados para correr. Y yo les digo: claro que llegas a casa cansado, ¡estaría bueno! Pero corriendo acabas con los nervios, que son una enfermedad muy difícil de curar. Y te digo correr porque ahí encontré yo mi punto de escape. Si me dices que tú lo encuentras jugando al pádel, pues fenomenal. 

 

¿Cómo hay que empezar a trotar?

Búscate tus huequitos para entrenar y alterna un poquitín el dichoso gimnasio para fortalecer. Al principio no te pongas ni distancia ni ritmo. Sal veinte minutos a tu trote. Y si el cuerpo te da más de sí, pues sigue un poco más. Y cuando te vayas sintiendo cómodo, corre más tiempo o corre más deprisa. Cambia de zapatillas cuando hayas hecho 1.500 o 2.000 kilómetros, elígelas livianas y con bastante amortiguación.

 

Una excusa habitual es no tener cerca lugares para correr…

Yo empecé por cualquier acera, pero hay que evitar el asfalto porque las articulaciones sufren. Siempre hay parques a los que ir, sendas, tierrecita bien dura... Tampoco te van a poner un parque enfrente de tu casa, tienes que buscarlo.

 

Otra excusa son las agujetas…

Eso no es un problema. Es falta de entrenamiento y es normal. Las agujetas no son una pachuchez. Pero haz siempre estiramientos, antes y después de galopar.  

 

¿Has tenido muchas lesiones?

Las justas. Una hernia inguinal, una rodilla derecha operada, algún pinchazo en el abductor… 

 

¿Sigues una dieta especial?

No me privo de nada. Como de todo y bebo un poquito, un vino en las comidas, si surge un whisky en una fiestecita… Pero sin cargar demasiado el estómago.

 

¿Qué opinas de los atletas que se dopan? 

Son tontos del haba. ¿Qué ganan con eso? Se están cargando su organismo y no se dan cuenta. No son dueños de sí mismos.

 

Aún no has sido campeón de Europa ni del mundo, ¿es una espinita clavada?

Claro. Me dicen que en las competiciones tendría que dosificar más, porque soy muy explosivo y desde el pistoletazo de salida voy a por todas. Cada uno corre como es. Conócete a ti mismo. Creo que me conozco. Y me gusta correr así. Ganar no me quita el sueño. Lo que me importa es seguir siendo yo.

 

En enero de 2014 cumples 76. ¿Hasta cuándo correrás?

Me encuentro tan cómodo que te diría que correré para siempre... En fin, lo decidirá mi cuerpo. Mientras las piernas me dejen, seguiré ahí. Esto es una droga que nunca se debería abandonar.