Tarifas especiales de transporte, cada ciudad es un mundo
Los precios de los medios de transporte publico especiales poco tienen que ver entre sí en las ciudades de nuestro país. Ni siquiera se establecen los mismos criterios para delimitar quién es joven o quien ya no es un niño, la única pauta común que encontramos es que cada ciudad es un mundo.
Se acercan las elecciones municipales y uno de los aspectos que más suelen valorar los votantes es el transporte público. En tiempos de crisis especialmente, las tarifas cobran una gran importancia.
Sin embargo cada ciudad es un mundo, por lo que comparar sus tarifas sería complicado y tendría poco sentido. Poco tienen que ver las condiciones de una ciudad con las de otra: tamaño, orografía, dispersión... Más comparable, no obstante, es la existencia o no de tarifas especiales para algunos colectivos.
En concreto, podemos analizar la situación para cuatro grandes colectivos, beneficiarios habituales de tarifas especiales de transporte, a un precio reducido o inluso gratis: niños, jóvenes, ancianos y desempleados.
Se acercan las elecciones municipales y uno de los aspectos que más suelen valorar los votantes es el transporte público. En tiempos de crisis especialmente, las tarifas cobran una gran importancia.
Sin embargo cada ciudad es un mundo, por lo que comparar sus tarifas sería complicado y tendría poco sentido. Poco tienen que ver las condiciones de una ciudad con las de otra: tamaño, orografía, dispersión... Más comparable, no obstante, es la existencia o no de tarifas especiales para algunos colectivos.
En concreto, podemos analizar la situación para cuatro grandes colectivos, beneficiarios habituales de tarifas especiales de transporte, a un precio reducido o inluso gratis: niños, jóvenes, ancianos y desempleados.
De todas las ciudades que hemos sondeado, en ninguna de ellas se requería el pago a los niños más pequeños. Las diferencias las hemos encontrado a partir de los 4 o 5 años, que es cuando sus padres empiezan a tener que pagar por el transporte de sus hijos, aunque algunas localidades retrasan algo más la edad.
En León, Valencia y Ceuta los niños no pagan hasta los 6 años. En Castellón, Huesca y Madrid, a los 7 años, aunque en la capital ha sido muy recientemente cuando se ha creado un carné que les exime del pago, y del que únicamente pueden beneficiarse los niños residentes.
Hemos encontrado pocos casos en los que la edad máxima de gratuidad del transporte sea superior que la de Madrid, únicamente Logroño, con 8 años; Gerona y Gijón, con 13; y Barcelona, con 14.
En el otro extremo están ciudades como Málaga, Sevilla, La Coruña o Tarragona, donde los niños deben pagar por el transporte desde los 3 años.
Una vez los niños cumplen la edad en la que han de comenzar a pagar, suele haber alguna tarifa especial para que no abonen el precio de un adulto. Pero no siempre. Es el caso de Vitoria, Burgos, Cáceres, Huesca, Salamanca y Soria, donde no hay ningún descuento para niños y jóvenes en el transporte.
En algunas localidades se dan situaciones extrañas, los niños pagan como si fueran un adulto, pero a partir de una edad tienen acceso a una tarifa juvenil. Así, en Zaragoza, desde los 4 años los niños pagan la tarifa ordinaria, pero de los 14 a los 25 años existe un abono especial .
Algo similar sucede en Cádiz o Huelva, donde sólo hay un bono para universitarios; y en Sevilla, con descuentos para jóvenes entre los 16 y los 29 años que estén estudiando, sean autónomos o tengan ingresos limitados.
En el resto de ciudades sí hay tarifas especiales para niños y jóvenes, aunque en algunos casos condicionadas a que el beneficiario esté matriculado en algún centro de formación. Este hecho propicia que en algunos lugares podamos encontrar tarifas especiales para universitarios sin limitación de edad, como ocurre en Cádiz, Jaén, Lugo, Oviedo o Murcia.
Aparte de las tarifas diseñadas para niños y jóvenes, conviene mencionar que una familia con hijos puede tener otras vías para lograr descuentos en el transporte, pero van ligadas al hecho de ser familia numerosa o a disponer de escasísimos ingresos familiares.
Si las tarifas que se les cobran a niños y jóvenes resultan bastante dispares entre ciudades, al menos en el caso de las personas mayores las tarifas parecen más homogéneas y las condiciones más generosas. En caso de existir un abono para jubilados y otro juvenil, el coste del destinado a los mayores suele ser inferior al de los jóvenes.
En todas las ciudades que OCU ha analizado había una tarifa pensada para jubilados a la que podían acceder siempre a partir de los 65. Aunque en bastantes casos también podían disfrutarlas los pensionistas de más de 60 años.
La única discrepancia entre ciudades está entre las que ofrecen una tarifa bonificada a todos los jubilados sin considerar su renta, como Madrid o Bilbao; y las que sólo son aprovechables si los ingresos del beneficiario son bajos, como ocurre en Barcelona.
En cualquier caso, los criterios económicos son muy diferentes entre ciudades. En Alicante dan 300 euros en viajes al año, y superada esa cifra se pagarían 15 euros más por cada 30 euros de gasto. En Córdoba se paga 1 euro al mes y en Tarragona 10 euros por todo el año.
En Vigo pueden utilizar gratis el autobús los mayores con ingresos por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (unos 9.000 euros), mientras que en la vecina Orense dejan de viajar gratis a partir de 1,5 veces el IPREM (unos 11.000 euros).
Otras localidades marcan más de dos niveles (tarifa subvencionada / tarifa normal), de modo que puede haber tarifa gratuita, tarifa subvencionada y tarifa normal, como pasa en Barcelona.
En Madrid y Bilbao no se distingue por renta, sino que todos tienen una tarifa subvencionada. Valencia sigue el mismo esquema, pero es un sistema más generoso, pues la tercera edad puede comprar un abono anual por sólo 18 euros.
En Sevilla hay una tarjeta gratuita que sólo implica pagar 1,5 euros en concepto de gastos de emisión, para pensionistas que cobren menos de 1.500 euros al mes. Si superan esa cifra, también viajan gratis viajar, pero la expedición de la tarjeta pasa a costar 15,5 euros.
En Valladolid, Murcia, Zaragoza o Vigo hay gratuidad para los que cobran rentas bajas, y el resto no tienen derecho a descuento. En Málaga hay dos niveles, uno de gratuidad y otro con tarifa subvencionada en función de la renta.
La crisis ha contribuido mucho a que los desempleados reclamen transporte gratuito. Pero las tarifas específicas para parados no están tan extendidas como las de niños, jóvenes y personas mayores.
En la mayoría de ciudades sigue sin haber ninguna tarifa que mencione explícitamente que está destinada a parados. Existen, en cambio, en algunas ciudades, tarifas para colectivos en riesgo de exclusión social o para personas en reinserción. Ésa parece en muchos casos la filosofía que hay tras las tarifas para desempleados.
Al analizar sus condiciones se ve que en realidad están destinadas a personas sin ingresos, en situaciones de paro de larga duración y donde, tal vez, el único ingreso existente sea el del subsidio de desempleo o ayudas especiales.
También es bastante habitual que exijan estar dado de alta en los servicios de empleo. Sólo en casos puntuales no hemos visto requisitos de ingresos, como en La Coruña, Orense o Las Palmas.
En unas pocas ciudades hay límites por edad. En Palencia es para desempleados jóvenes; en Albacete y San Sebastián, para mayores de 55 y 52 años, respectivamente.
Por otro lado, la tarifa que se les suele aplicar varía desde la gratuidad, como pasa en Cuenca, Orense, Sevilla, Tarragona o Toledo, hasta un precio reducido por viaje, caso de Bilbao, Palencia, Salamanca o Vigo, pasando por los abonos especiales, como en Albacete, Barcelona o Las Palmas.
Así pues, podemos concluir que las tarifas especiales son muy desiguales comparando las ciudades españolas. No hay ninguna localidad que sea completamente ‘perfecta’. Es frecuente que si cubre muy bien a un colectivo, se descuide a otro.