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Flora intestinal y salud

14 mayo 2018
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La microbiota o flora intestinal está compuesta por bacterias y virus que pueblan el intestino delgado y el colon. Estos microorganismos participan en numeros procesos fisiológicos (digestión, síntesis de vitaminas…) y la pérdida de su diversidad podría repercutir negativamente en nuestra salud.

    

Existen multitud de aspectos de la salud de un individuo que pueden verse influidos por las características de su flora intestinal. La influencia de la microbiota en diferentes patologías puede propiciar el desarrollo de estrategias terapéuticas en el futuro, con el objetivo de prevenir o tratar enfermedades.

Salud mental

El sistema inmune, la microbiota y el sistema nervioso central tienen una interacción clave que puede determinar la aparición de trastornos y patologías mentales (estrés, depresión…), así como del comportamiento. Por tanto, podría decirse que existe una relación entre la composición de la flora intestinal y el funcionamiento cerebral, la neurotransmisión y el comportamiento. Aun así, se necesita profundizar en las investigaciones que estudian estos fenómenos para disponer de evidencias más sólidas.

Obesidad y diabetes

A pesar de que la causa principal de la obesidad es el exceso en la ingesta frente al gasto calórico, las diferencias en la ecología microbiana pueden ser un importante mediador y un nuevo objetivo terapéutico para predecir la disfunción metabólica, la obesidad y la diabetes.

Si bien es cierto que los mecanismos deben aclararse mejor, se ha podido apreciar que el intestino de los individuos con obesidad contiene una flora intestinal asociada a la inflamación, con una baja capacidad de producción de butirato y una diversidad bacteriana reducida.

Salud cardiovascular

Por un lado, y como ya es sabido, la relación existente entre la flora intestinal y la obesidad ya supone de por sí un riesgo para la salud cardiovascular.

Por otro lado, diversos estudios han investigado cómo los microorganismos del intestino interactúan con algunos alimentos que ingerimos provocando la inflamación y el estrechamiento arterial y, por tanto, aumentando el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Este sería el caso de las carnes, los huevos y los lácteos.

Enfermedades hepáticas

El desequilibrio en las bacterias presentes en el intestino puede causar la inflamación hepática y la hepatitis.

El hígado recibe el 70 % de la sangre del intestino a través de la vena porta, con lo que está continuamente expuesto a componentes y sustancias de origen bacteriano. Hoy en día, se sabe que la composición de la microbiota y las patologías hepáticas están estrechamente relacionadas como, por ejemplo, en el caso del hígado graso no alcohólico, la enfermedad hepática alcohólica y las enfermedades hepáticas autoinmunes.

Enfermedades intestinales

Se han podido corroborar cambios en la flora intestinal de aquellos pacientes que padecen el síndrome de colon irritable. También, se relacionan estas mismas variaciones con la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.

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Cáncer colorrectal

Algunas bacterias patógenas aparecen sobreexpresadas en los adenomas y en el cáncer de colon. Las dietas altas en grasas y proteínas aumentan considerablemente el riesgo de padecer esta patología a través de procesos metabólicos que interactúan con el conjunto de los microorganismos presentes.

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Modificación de la flora intestinal a través de la dieta

A largo plazo, la composición de la dieta puede ser un factor fundamental para el perfil de la flora intestinal.

La fermentación de carbohidratos es la principal vía de obtención de energía de los microorganismos presentes a nivel intestinal. Principalmente, se trata de carbohidratos no digeribles y de fibra dietética. A partir de ellos, las bacterias forman ácidos grasos de cadena corta que son absorbidos en el colon y que se relacionan con diversos beneficios para la salud como, por ejemplo, a nivel inmunitario y de control de la inflamación. Estos ácidos grasos proporcionan aproximadamente un 10 % de las necesidades calóricas de un individuo sano.

En dietas ricas en proteínas, la microbiota fermenta parte de los aminoácidos que las componen, liberando sustancias potencialmente perjudiciales. Éstas pueden participar en enfermedades como el cáncer de colon y el síndrome del colon irritable. Por el contrario, una dieta basada en la fibra y en alimentos de origen vegetal fomentarán una mayor diversidad bacteriana con un perfil de especies más saludable.

Asimismo, los tratamientos con antibióticos pueden afectar a la composición de la flora intestinal, cuyos efectos varían en función del medicamento y de las características de cada persona.

Recomendaciones para optimizar la microbiota

Una dieta mediterránea determina una mayor diversidad de bacterias intestinales frente a una dieta típica occidental rica en proteínas, grasas y azúcares. De este modo, una rutina alimentaria rica en fibra y en alimentos de origen vegetal parece necesaria para disponer de una flora intestinal más saludable y variada.

Si bien es cierto que las evidencias no son concluyentes, los probióticos (presentes en leches fermentadas) y los prebióticos (como los fructooligosacáridos) pueden ser elementos positivos para algunos aspectos relacionados con la salud.

Probióticos, prebióticos y polifenoles

  • Probióticos: son microorganismos vivos presentes principalmente en leches fermentadas que han demostrado tener efectos positivos en animales frente a algunas patologías, pero unos resultados contradictorios en humanos.
  • Prebióticos: son un tipo de fibra que también han manifestado efectos positivos en animales, pero dispares en humanos. Alguno de estos efectos sería aumentar la presencia de bacterias beneficiosas como, por ejemplo, las bifidobacterias o las bacterias productoras de butirato.
  • Polifenoles: son antioxidantes vegetales que han mostrado adaptar positivamente la flora intestinal. Estas sustancias parecen tener una relación bidireccional con las bacterias, ya que éstas transforman los polifenoles de los alimentos en sustancias activas absorbibles en el intestino. Además, pueden ajustar la microbiota hacia un perfil más saludable.
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